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Nils Schoultz, MD
Florida

 

Soy urólogo. Ésta es mi propia historia de cáncer de próstata.

A los 57 años, como tantos de mis pacientes, estaba convencido que mi estado de salud era óptimo. Luego mi PSA se elevó a 4.2 ng/ml, y una biopsia confirmó el cáncer de próstata. Para ese entonces, yo ya contaba con una experiencia de más de 20 años diagnosticando, identificando las etapas y tratando el cáncer de próstata. Pero esta historia de cáncer de próstata era diferente, ya que en esta ocasión el paciente era yo.

Mis pacientes a menudo se sienten abrumados por la cantidad de preguntas sobre el tratamiento, las mismas preguntas que yo debía enfrentar en ese momento. No necesitaba que mis colegas en nuestro atareado ejercicio profesional de Tampa me explicaran nada. Había llevado a cabo cientos de procedimientos de todo tipo, había visto a mis pacientes concurrir a otros centros y regresar aquí, y conocía el juego y los jugadores.

Resultó que, uno de mis colegas, cirujano ortopedista, se había sometido hacía poco tiempo a una LRP con el Dr. Krongrad. Coincidentemente, poco tiempo antes de mi biopsia, mi colega me relató su experiencia: cirugía rápida, pérdida mínima de sangre, procedimiento indoloro, rápida salida del hospital, y todo el apoyo y servicio que un paciente podría pedir. Al haber visto a mis pacientes perder el tiempo en otras instituciones, a veces como piezas en una línea de montaje, estaba decidido a encontrar algo distinto para mí. El relato de mi colega me indicó en qué dirección y yo comencé a investigar al detalle.

Mi esposa y yo fuimos a Miami para hablar sobre la LRP con Dr. Krongrad, un colega urólogo que no había conocido antes. Dr. Krongrad tiene una gran trayectoria trabajando con pacientes con cáncer de próstata y había realizado valiosísimas contribuciones a nuestro corpus de conocimientos. Lo más importante, Dr. Krongrad se encuentra entre quienes han realizado un mayor número prostatectomías radicales a nivel mundial. Este fue un factor fundamental para mí, puesto que la experiencia quirúrgica con prostatectomía radical es un determinante esencial en el resultado que pueda obtener el paciente.

Mi consulta con Dr. Krongrad reveló seguridad, claridad, y aguda inteligencia. Sus comentarios eran sutiles y cuidadosos, y mostraban conocimientos teóricos y una vasta experiencia de trato con el enfermo. La consulta fue útil y las opiniones que escuché colmaron mis expectativas. Todo indicaba una dedicación a la cirugía y a la medicina sin tonterías y con mucha práctica. Francamente, no creo que nadie de nuestro ámbito tenga mejores credenciales o un enfoque más apropiado.

A medida que iba avanzando con la planificación y otros trámites administrativos, recibí la asistencia de Ruth y Hope, coordinadoras del programa LRP. Ruth y Hope, y no una contestadora, respondían el teléfono y siempre sabían quién era y conocían la marcha de mi trámite. Ese tipo de trato familiar y sensible ayudan a que se desvanezca la angustia residual previa a la operación, algo que realmente supe apreciar.

Me sometí a cirugía hace diez días. Cuando quise acordar, estaba despierto en la sala de recuperación. No perdí sangre que valga la pena mencionar, mi sangre luego de la LRP se encontraba en 46 por ciento, índice probablemente más alto que el de muchos hombres antes de la cirugía. Tampoco sorprende el hecho de que enseguida contaba con considerable energía. Si a eso le sumamos que no sentía ningún dolor, significaba que unas pocas horas luego de la operación andaba deambulando alrededor de la enfermería.

Mi experiencia en el Aventura Hospital, un hospital con servicio integral con un cuerpo médico de 800 integrantes e instalaciones médicas que se encuentran entre las más nuevas de Estados Unidos, superó las expectativas. El edificio estaba impecable y mi habitación simple en el piso 9 era cálida y estaba limpia. Además contaba con una ventana desde donde podía ver los árboles, el cielo, y, a la distancia, el agua azul verdosa del Océano Atlántico. Con respecto a las enfermeras, eran amables, sensibles, estaban informadas y eran sencillamente competentes.

Dejé el hospital la mañana siguiente a la operación, sin haber tomado nada para el dolor; sí tome un Tylenol más adelante. Con mi esposa viajamos entonces en automóvil de Miami a Tampa. Mi esposa condujo y yo simplemente descansé en el inusual puesto de conductor en el asiento trasero. Durante el viaje, Dr. Krongrad llamó para informarme que, como ambos esperábamos, el cáncer se limitaba a ese órgano y los márgenes quirúrgicos eran claros. Comprendí, entonces, que el Día de Acción de Gracias ese jueves tendría un significado diferente.

Desde la operación, mi orina ha sido cristalina y mi ánimo y confort han sido excelentes. Más temprano esta mañana, con la aprobación Dr. Krongrad, removí mi catéter. He orinado varias veces sin dificultad y no he tenido incontinencia. Mientras estoy aquí sentado redactando este texto recuerdo que debería colocar protección en mi ropa interior, ¡pero no ha sido necesario!

Era un candidato quirúrgico ideal y podría haber concurrido a cualquier urólogo para someterme a la prostatectomía radical. Cuando tuve que decidir, elegí la LRP y a este programa pionero de Estados Unidos, un programa altamente especializado y personalizado de Miami.

Toda mi preparación, investigación, y experiencia personal como paciente me han llevado a una terminante conclusión: no hay forma más experimentada, eficaz, y solidaria de someterse a una prostatectomía radical que la LRP que elegí para mí mismo. Todo- desde la consulta inicial, a la experiencia en el hospital, la recuperación, el informe patológico, la interacción con funcionarios y personal del hospital – ilustra cuán elevados son los estándares quirúrgicos y profesionales que se pueden alcanzar con habilidad, experiencia, dedicación y planificación.

Esto es lo que conozco y me consta. Es lo que trasmitiré a mis pacientes.

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